Jaclin Campos
El uso desmedido de dispositivos electrónicos por parte de los menores de edad no inquieta únicamente a padres y tutores. La sobreexposición al mundo virtual, agravado por el confinamiento, preocupa a expertos en el manejo de adicciones.
Juegos y clases virtuales han hecho que niños y adolescentes pasen jornadas más largas frente a las pantallas, incubando en sus cerebros un estado de vulnerabilidad psicológica, aseguró Hanoi Vargas, director de la Clínica Conductual Volver, en el encuentro titulado “¿Cuál es el manejo adecuado del padre frente a cualquier tipo de adicción en un hijo?”.
“Se espera en poco tiempo, y ya lo estamos viendo, mayor nivel de demanda de asistencia vinculada con el uso inadecuado de los videojuegos o la exposición prolongada a medios electrónicos”, expresó el profesional de la conducta.
La sobreexposición a las nuevas tecnologías tiene efectos en la bioquímica del cerebro, alertó en conversación con la psicóloga Kathya Flores, codirectora de Centro KFA.
“Las áreas que se activan relacionadas con estas actividades, en el orden compulsivo, se asemejan a las áreas del cerebro que se activan por el uso de drogas, en este caso de la cocaína”, explicó el experto.
Las adicciones, más que a sustancias externas, se vinculan a cambios en la bioquímica del cerebro. Cuando, por el abuso de los aparatos en cuestión, se altera la bioquímica del cerebro, este órgano deja de reconocer la quietud que viene al cesar la actividad que provocó el estado eufórico.
El cerebro, argumentó el psicólogo, “reconoce como una constante ese nivel de sobreestimulación, entonces ya luego la persona va extrapolando, va dirigiendo hacia otras áreas y otras búsquedas para tener sensaciones de esa naturaleza”.
CÓMO DEBEN RESPONDER LOS PADRES
Tanto Vargas como Flores llamaron a las familias a asumir su responsabilidad frente al problema. Como primera medida preventiva, exhortaron a los padres a limitar el tiempo que los menores pasan frente a las pantallas. En casos extremos, recomendaron la abstinencia radical.
“Permitir la continuidad (en el abuso del uso de estos dispositivos) es correr el riesgo de tener un muchacho ensimismado, que luego pierda el interés por los estudios, que luego diga que está estudiando y lo que está es jugando videojuegos y, entonces, que se inutilice su vida”, alertó Vargas.
La acción debe venir acompañada de actividades productivas que mantengan al menor ocupado y le permitan desarrollar cualidades como la responsabilidad y el compromiso.
Involucrar a los chicos en grupos artísticos y deportivos, entre otros, es una alternativa que las familias deben considerar porque la ausencia de actividades podría conducir a otros conflictos.
Según Flores, como parte de la estrategia preventiva, los padres deben vigilar que haya una distribución equilibrada del tiempo de sus hijos. Los chicos necesitan un tiempo para jugar y divertirse de forma sana, pero también para la familia, el desarrollo de los talentos, el descanso y para aprender a estar consigo mismos en un estado de tranquilidad y no de compulsión.
“Nosotros (los padres) no solamente estamos para proveer”, manifestó la psicóloga en el encuentro llevado a cabo en sus redes sociales; “estamos para promover valores, para establecer esos límites y es nuestra responsabilidad, independientemente de si ellos lo vayan a entender o no”.
“El amor”, dijo para rematar, “es establecer límites que los van a proteger a ellos mismos y que nos van a evitar situaciones en un futuro. Al final, ellos van a agradecerlo”.
Los psicólogos indicaron que cuando ya existe un problema de adicción que la familia no puede manejar en casa, se necesita buscar asistencia profesional.
Fuente: Listin Diario
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