"Si bitcoin fera un país, su consumo energético estaría al nivel del que se produce en Noruega". Este tipo de comparaciones son frecuentes a la hora de hablar del gasto energético que genera esta criptodivisa, pero lo cierto es que este tema tiene muchas aristas.
La polémica sobre ese consumo se ha vuelto a activar tras la decisión de Tesla, que deja de aceptar compras con bitcoin tras aceptarlas hace unas semanas. Se escudan en el alto consumo energético, pero la realidad es ciertamente más delicada. He aquí los mitos y realidades sobre el consumo energético de bitcoin.
Las comparaciones son odiosas (I): las que perjudican a bitcoin
Los últimos estudios revelan que la red bitcoin genera un consumo anual de 129 TWh, una cifra que además de representar el 0,6% del consumo energético mundial, está ligeramente por encima de la de toda Islandia Suiza Noruega, con 124 TWh de consumo estimados. En la lista de países del mundo por consumo anual, estaría en el puesto 29 (España, por ejemplo, está en el puesto 16).
En Tesla aludían a ese elevadísimo consumo y al hecho de que además de la influencia del carbón —claro contaminante— como fuente de energía para su producción.
La división por regiones del estudio que se realizó en la Universidad de Cambridge en septiembre de 2020 (PDF) revela que este mineral es especialmente importante en Asia, donde precisamente se centra buena parte de la minería de bitcoin.
Las comparaciones son odiosas (II): las que favorecen a bitcoin
Sin embargo Dan Held, analista y experto en la criptodivisa, trataba de desmentir las frecuentes acusaciones del impacto que la minería de bitcoin tiene en el consumo energético mundial.
Este analista explicaba cómo "todo necesita energía", y "el coste de cualquier mercancía representa en gran medida la cantidad de energía usada en producir esa mercancía".
Sin embargo, aseguraba, el 78% del consumo eléctrico de la red bitcoin proviene de energía renovables (sobre todo hidroeléctricas). Otros hablan de que ese porcentaje es algo menor, del 73%, pero en realidad hablan de "un mix" de fuentes de energía. Si consideramos el uso específico de renovables para minería, el porcentaje es del 39% según el estudio de la Universidad de Cambridge.
Ese dato se quedaba en realidad empequeñecido con uno mucho más contundente: puede que la minería de bitcoin necesita mucha energía, sí, pero ¿cuánta energía necesitan otras industrias?
La comparación que arrojaba aquí Held —y que explicó en profundidad al hablar del Proof of Work (PoW) y su impacto en el consumo energético de bitcoin— era potente: la minería de oro consume 475 millones de GJ y un coste anual de 105.000 millones de dólares.
Esa comparación con el oro es aún más dolorosa si echamos un vistazo al análisis de Simone Brunozzi, que explicó cómo la minería de oro es 50 veces más cara que minar bitcoin y gestionar esa red de criptodivisas. De hecho, aseguraba, fabricar ese anillo de oro que tienes en el dedo provoca 20 toneladas de residuos.
El sistema bancario actual va mucho más allá, y aunque ciertamente es el que se utiliza en todo el mundo frente al limitado uso del bitcoin, su coste estimado es de 1.870.000 millones (o lo que es lo mismo, 1,87 billones) de dólares con un uso energético de 2.340 millones de GJ al año.
A su lado, los 183 millones de GJ consumidos por la minería de bitcoin y los 4.500 millones de dólares de coste anual dejan claro que las quejas porque bitcoin, aunque válidas, tienen matices importantes que resolver.
De hecho, decía Held al iniciar su hilo, el consumo energético de bitcoin "es mucho más eficiente que los sistemas financieros existentes", pero además "nadie tiene autoridad moral para decirte qué es un buen uso o un mal uso de la energía". Y aquí ponía un ejemplo con algo de mala baba: la energía que se consume al producir, distribuir y emitir el programa de las Kardashians, por ejemplo, ¿es malo o es bueno?
Esas comparaciones hacia uno y otro lado son numerosas. Los críticos como Alex de Vries, de DigiEconomist, aseguran que "nunca he visto nada tan ineficiente como bitcoin", mientras que estudios como el de ARK Investment Management revelan que bitcoin usa menos del 10% de la energía que requiere el actual sistema bancario.
Que bitcoin consuma mucho o poco depende solo del futuro de esta criptodivisa
El analista Nick Carter hacía también una desmitificación del consumo energético de Bitcoin en un artículo reciente de Harvard Business Review. Allí explicaba cómo la forma en la que uno ve a bitcoin influye mucho en los datos y estimaciones sobre su consumo.
Como él comentaba, si uno cree que bitcoin no es más que un esquema de Ponzi o un sistema de blanqueo de dinero, evidentemente pensará que ese consumo energético de bitcoin es un despilfarro.
"Pero si eres uno de las decenas de millones de personas que lo usan para escapar de la represión monetaria, la inflación o el control del capital", añadía, "seguramente creas que esa energía está extremadamente bien aprovechada".
Carter destaca que el consumo de energía no equivale a emisiones de carbono: esto depende del "mix energético" utilizado. En el caso de bitcoin estimar el consumo es relativamente sencillo, pero estimar las emisiones de carbono provocadas por su minería y gestión es harina de otro costal.
Eso se debe entre otras cosas a que saber cuál es el mix energético es muy difícil y varía según la región del mundo y, desde luego, la estación del año en la que nos encontramos. En China, protagonista absoluto de la minería, hacen un uso masivo de la energía hidroeléctrica, con muy bajas emisiones. Este país representa el 10% de la producción global en la época en la que no llueve, pero esa producción representa el 50% en las estaciones de lluvia.
Hay otro factor relevante en esa conversación sobre el consumo energético de bitcoin: la minería de bitcoin consume mucho más energía que el uso de la criptodivisa. Se habla mucho del "coste energético por transacción" cuando en realidad la inmensa mayoría del consumo se produce en el proceso de minado con ASICs, no en el de la transacción para validar ese proceso e incluirlo en la cadena de bloques.
Así pues, ¿Consume mucha energía la minería (y gestión) de bitcoin? Desde luego. ¿Genera bitcoin polución? Por supuesto. ¿Lo hace de forma exagerada? Esa es la pregunta importante, y la respuesta es que depende. Depende de si finalmente bitcoin valdrá la pena.
Si acaba convirtiéndose en la revolución de todo el sistema financiero que muchos ven en esta criptodivisa, desde luego que no. Si no lo hace y estamos ante una burbuja, como apuntan sus críticos, estaremos ante el que probablemente sea el mayor despilfarro energético de toda la historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario