La Unión Europea, finalmente, ha tomado una decisión tajante y no renovará los contratos para la compra de vacunas de la farmacéutica anglo-sueca Astrazeneca y la estadounidense Janssen (Johnson & Johnson), después de los supuestos efectos secundarios que han causado.
La noticia de la suspensión de la administración de Janssen ya había trastocado los planes y las previsiones de los distintos gobiernos, que tenían en esta vacuna una gran esperanza de cara a adelantar al máximo las cifras de personas inmunizadas, ya que solo requiere una dosis y además es la que menos tiempo tarda en total en dotar de inmunidad, dos semanas, por las cuatro de Pfizer, las seis de Moderna o las dieciséis de AstraZeneca.
Una de cal y otra de arena
En acuerdo con los líderes de diversos países, la Comisión Europea ha decidido que, tras el vencimiento de los contratos vigentes para el año en curso, no se renovarán aquellos con empresas que producen vacunas de vectores virales, como son Janssen o AstraZeneca. Más allá de los supuestos efectos secundarios reportados, parece que Bruselas están más interesado en la compra de vacunas de ARN mensajero, como Moderna y Pfizer.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha comparecido para afirmar que "tenemos que centrarnos en tecnologías que están funcionando, las vacunas de ARNm son un claro ejemplo".
Por esa razón, ahora se está negociando con Pfizer un tercer contrato de 1.800 millones de dosis para 2022-2023. Además, Pfizer adelanta la entrega de 50 millones previstas para el cuarto trimestre, pero que ahora llegarán durante el segundo trimestre y que serán distribuidas equitativamente entre los estados miembros en función de su población.
En vez de utilizar una versión atenuada o inactivada del virus que se trata de combatir, tal y como como hacen las vacunas tradicionales, las vacunas de vector viral usan un virus inofensivo como 'vehículo' para introducir en el organismo sólo un fragmento del virus peligroso. La diferencia de las vacunas es el vehículo que utilizan.
En AstraZeneca es un virus que provoca resfriados en chimpancés (adenovirus). En Janssen es un virus humano, el Ad26, que ha sido modificado para que no se reproduzca en humanos y le ha añadido una proteína del coronavirus.
Todas son vacunas genéticas, pero la técnica es diferente a la que emplean las vacunas de ARN mensajero de Pfizer/BioNTech y Moderna.
En estas vacunas, en lugar de introducir en el organismo un virus atenuado o una parte de este para que nuestro cuerpo reacciones y desarrolle defensas frente al invasor, lo que ocurre es que el ARN mensajero transporta las instrucciones para la producción de la proteína Spike utilizada por el coronavirus, lo que permite que el cuerpo produzca anticuerpos específicos y se inmunice a sí mismo. Al menos por el momento, los datos sugieren que el sistema ARN mensajero es menos invasivo y eso explicaría la no aparición de trombos en estas dos vacunas.
Hay que insistir en que los casos de trombos reportados por AstraZeneca son muy raros, estadísticamente insignificantes, así que la diferencia de seguridad entre vacunas de vectores virales y las de ARN mensajero son poco significativas. Sin embargo, en estas decisiones, además de factores sanitarios, están involucrados factores sociales, mediáticos y geopolíticos.
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